jueves, 30 de junio de 2011

Ya estamos de vacaciones

Guillem en la playa del Pinar, Castellón.
Ya estamos de vacaciones !!! . Espero cargar pilas y ponerme a trabajar a tope. Buen verano a todos/as aquellos/as que frecuentáis el blog.

jueves, 9 de junio de 2011

Todos Pinchan (y II). Javier Montes. ABC Cultural nº 1000

Al final será el verbo
Más adelante, cuando todos hagamos arte todo el tiempo, quizá la obra sea simplemente la enunciación mágica del nuevo verbo: acabará cerrándose así un ciclo muy largo, y al final será el Verbo.
Puede que ese verbo futuro (y esa obra futura) sea algo parecido al verbo "declarar". Interconectado por todos sus poros y a solas en su red de redes, el artista ya no hará arte: lo "declarará". Y su declaración se confundirá con los millones de declaraciones flotantes en la nube virtual, y ni él, ni ninguno de sus hermanos artistas serán capaces de atender a las restantes, o de apreciar, siquiera, la fusión de todas las declaraciones en una sola, total e invisible: estaremos dentro de ella y faltará un punto de vista desde el que apreciarla.
Dora García ha puesto ya en marcha una obra interesante para el pabellón español de esta Bienal de Venecia: una performance de ochenta participantes que drará meses y se extiende por la ciudad. Quizá yvayan por ahí los tiros del arte futuro: luego serán más y más participantes, y más meses y años y siglos, y ciudades y paises y planetas enteros. Hasta que todos seamos performers, y la obrano acabe nunca.
Como tantas otras veces, Borges adivinó ese desenlace: en La Lotería de Babilonia todos los ciudadanos del reino se rifan sus papeles y participan en un juego sin principio y sin fin, de reglas tan complicadas que acaban reproduciendo y sustituyendo las reglas de la realidad misma. En el fondo de esto está otro motivo favorito de Borges: el del imaginario mapa a escala 1:1 que acaba por cubrir todo el Universo.. ¿No será así el Google Maps del futuro?. Dice Borges de su lotería cósmica: "También hay sorteos de propósito indefinido: uno decreta que se arroje al Eúfrates un zafiro de Taprobana; otro, que desde lo alto de una torre se suelte un pájaro; otro, que cada siglo se retire (o se añada) un grano de arena de los innumerables que hay en la playa". Esas tres cosas nos suenan. Huelen, claro, a arte contemporáneo.

miércoles, 8 de junio de 2011

Biblioteca

libros, libros, libros ...

Todos Pinchan (I). Javier Montes. ABC Cultural nº 1000

"Todos pinchan, ya nadie baila": me lo dijo hace poco un amigo dj, y creo que sin darse cuenta describía a los artistas del futuro. No sabemos si cortaypegarán blogs, si samplearán sonidos, si remezclarán vídeos, si colgarán de la nube virtual las imágenes de las cámaras moleculares implantadas en sus retinas, si convertirán en obra de arte su perfil en algún ultra-híper-Facebook futuro.
Da un poco igual. En todo caso seguramente será cuestión de tiempo que todos queramos hacerlo. Y todos lo haremos, porque en el mundo virtual no hay deseos insatisfechos. Artistas seremos todos. Y, por eso mismo, quizá nadie lo sea: en cualquier caso, dejará de importar la diferencia. El artista no lo será por 15 minutos: será siempre artista, pero solo en su imaginación. Ni Novalis, ni Beuys, esos románticos que proclamaban que "todos somos artistas", habrían podido imaginar un cumplimiento tan implacable de sus profecías.
Y si no habrá forma de distinguir al artista visual, quizá también la obra acabe siendo invisible, impronunciable, indetectable: todo (y nada) será obra de arte. Seguiría al fin y al cabo hasta las últimas consecuencias la lógica de un proceso que empezó en el siglo XX.

De chamán a alumno-modelo
La obra se abrió, se desmaterializó, se convirtió en idea, en propuesta, en proceso. El artista empezó como chamán, siguió como mago y sacerdote, luego fue profeta, ermitaño, superhéroe, charlatán de feria, empresario, alumno-modelo. Con los dandys del arte (Duchamp o Dalí o Klein o Warhol) la obra era el artista. Con los artistas-franquicia (Murakami o Koons o Hirst) el logo es ya la obra (y el artista).
Quizá en el futuro la única tarea que le quede al artista será inventarse un verbo nuevo para describir lo que hace. Porque hasta no hace muchos años atrás la cosa era sencilla: el pintor pintaba, el escultor esculpía, el músico componía, el arquitecto trazaba, el cineasta rodaba. Pero hace ya tiempo que echamos en falta esa palabra nueva, y el asunto, creo yo, se volverá más y más urgente hasta resultar indispensable.
¿Qué hace un artista que enciende y apaga una luz, que guisa una cena para cien personas, que firma un urinario o dispara a un avión en vuelo, que acuna una liebre muerta o encarga un tiburón en formol? "Hace Arte": por ahora tenemos que conformarnos con ese verbo tautológico y decpecionante.
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